La cara de la pobreza
Puedes pensar que África, la India o América Latina sean los países que tienen la pobreza extrema de la Tierra. Nos gusta pensar que la cara de la pobreza es algo que sabemos cómo es, dónde está o si es de una determinada manera o de otra.
La información que recibimos de las distintas religiones, de los medios de comunicación, de la ONU o de las ONGs la completamos con nuestras hipótesis sobre lo que es ser pobre o rico.
En nuestro primer mundo nos cuentan que nos merecemos ser ricos, múltiples iniciativas dicen que debemos tener abundancia para así poder repartirla. Como si de una taza de café rebosada al echarle leche de mas, repartimos beneficios por doquier.
Pensamientos de un capitalismo “soft” que se cuelan como un parásito para vivir de nosotros y las elecciones que tomamos para vivir.
Este virus, aparentemente bueno, consigue que el dinero se convierta el medio para poder hacer el bien. Seria el motor del cambio a mejor y, claro, sin darnos cuenta se hackea nuestra solidaridad:
– Si no eres rico y próspero no podrás ayudar.
– Te lo mereces, si lo sueñas con fuerza el universo se alineará con tus deseos.
– Cuando tengas prosperidad podrás ayudar a otros.
– Los que más tienen más pueden ayudar.
– Los ricos son los que pueden generar más prosperidad y trabajo para los demás.
– Yo ayudo ya con mi dinero. Como poco pago mis impuestos, además colaboro con varias ONGs.
– Además puedo hacer lo que quiera con mi dinero porque me lo he ganado. Hasta me podría permitir este o aquel capricho.
Pensamientos variados que dejan entrar al germen dinero en nuestras prioridades. Poco a poco crece e infecta de necesidades todo. De medio para conseguir cosas y hacer el bien se convierte en amo y señor de nuestro día a día. Me recuerda al anillo de poder de Tolkien:
– Trabajo para pagar lo que compro.
– Trabajo para pagar la hipoteca.
– Trabajo para pagar el coche.
– Trabajo para poder permitirme algún caprichoso que otro.
– Trabajo para ahorrar y darle todo a mis hijos/as
– Trabajo y me esfuerzo para conseguir 10 días de vacaciones de lujo.
– Trabajo para …
– Necesito, necesito, necesito…
Hay mil razones por las que cada vez me queda menos tiempo para vivir con calidad y más para estresarme por mis “necesidades”. ¿Quién no ha experimentado cierto placer a hacer una gran compra? ¿Quién no le gusta comprar sin mesura? ¿Quién no le agrada decir lo quiero lo cojo? El hackeo se ha completado.
Por otro lado, continuo con detectando posibles engaños de mi solidaridad hackeada, ¿tengo estos pensamientos de renuncia a la prosperidad porque no tengo el dinero que quiero? Si pudiera comprar todo lo que quiera, ¿lo haría? ¿Cuándo se sacian los deseos?
No se, creo q esto es una espiral que no acabará nunca, imposible saciar todos mis deseos y apetencias. Cuando se sacien siempre aparecerán otros.
Hay más formas de entender la vida.
Lamentablemente para estas teorías de capitalismo “soft”, durante esta experiencia nos hemos encontrado delante de seres humanos de excepcional valía que, desde su sencillez y pobreza, reparten abundancia en lo que tocan.
Nuestra religión cristiana nos lleva a poner la pobreza en un lugar casi idílico. Jesús opta por los pobres. Por consecuencia, nuestra opción por la pobreza debe ser radical. ¿Cómo podríamos ajustar el concepto de pobreza en unos términos apropiados?
Jesús lo matan porque se pone tan al lado de los pobres denunciando las injusticias, la corrupción y las mentiras que les atropellaban. Su fama llegó a convertirse en una amenaza para los sacerdotes de su época y lo quitaron se de en medio.
Preparando la Semana Santa en el colegio nos planteábamos ¿Cómo poner a Jesús como ejemplo a seguir si su final es la muerte? ¿Cómo explicarle esto a un niño/a con 5,6,7,8 o 10 años que seguir a Jesús requiere renuncia y sufrimiento? ¿Por qué un niño/a querría seguir a jesús con ese panorama? ¿Cómo explicarles que ser bueno merece la pena cuando llegan a una conclusión clara: “si eres bueno y ayudas, pierdes”?
Por supuesto que habrá que darle alguna vuelta a la falta de pedagogía y marketing de este planteamiento en las aulas. Aunque, por otro lado, habrá que esforzarse en enseñar a elegir lo bueno para mí al mismo tiempo que lo bueno para todos. Es más, si llegará a entrar en controversia, habrá que enseñar cómo elegir el bien común por encima del individual.
¿Quién quiere ser pobre?
Aquí la gente lucha por sobrevivir, luchan por salir adelante y progresar. Algunos/as tiran la toalla y se desahucian al margen de toda esperanza, pero también hay muchos que luchan por sacar sus familias adelante. Se levantan temprano para ir a “currar” en el gran supermercado de África: la calle.
Cuando lo primero es sobrevivir se necesita una estructura de grupo, de poblado o tribu que sostenga al individuo. Un individuo solo fracasa con facilidad.
Uno de los conceptos que más nos ha costado entender en nuestra experiencia de inmersion/cooperación es la estructura y organización social: una tribu, un barrio, una familia o un poblado. En el norte de Benín los hombres van al campo, las mujeres hacen las tareas de casa y crianza, el proceso del karité, compra/venta y los niños ayudan a la subsistencia del poblado vendiendo lo que pueden.
Esta estructura social les permite sobrevivir. La vida es muy clara cuantos más miembros en la unidad familiar o tribu más fácil será sobrevivir porque hay más mano de obra. Pareciera que hemos vuelto a la postguerra española pero con los adelantos tecnológicos de hoy. Los derechos del niño/a, la igualdad o la ecología son privilegios que aquí aún no se puede dar, lo urgente es que coman los tuyos.
La idealización de la pobreza no nos ayuda mucho. Caemos fácilmente en la posición “blanco bueno busca negro pobre”. Título de un libro de recomendada lectura.
La pobreza es injusta, denigra y anula la persona. Se supone que no deberíamos desear ser pobres. Como humanidad nos propusimos, en los objetivos del milenio, la erradicación de la pobreza. Es una lacra con la que terminar.
La cara de la pobreza es parecida en todos los países. ¿Cuál es la llamada que nos está haciendo la pobreza?
– ¿Ser más pobres?
– ¿Ser más austeros?
– ¿Simplificar la vida?
– ¿Poner al ser humano en el centro de las prioridades?
– ¿Desarrollar y hacer crecer nuestro entorno?
– ¿Hacernos muñecos de trapo hechos en 4 telas en vez de estar tan sofisticados?
– ¿Amar sin condiciones a la humanidad?
– ¿Provocar cambios basados en la dignidad y la justicia en nuestro entorno?
– ¿Deshacerme de lo que me sobra?
– ¿Abrir mi casa y compartirla con desconocidos?
Habrá que masticar muchas cosas, ¡digo yo!
Buenas noches.