Se acerca el “final de todas las cosas”

Nuestra experiencia en Africa llega a su fin. Atrás quedan duros y preciosos momentos que cuestionan nuestro estilo de vida. Tengo cierta incertidumbre en saber cómo serán los posos de esta experiencia.

De momento, mi cerebro intenta controlar la situación ya que es mi gran antiácido emocional. Mi ardor y sensibilidad característicos me hubieran boicoteado sufriendo a cada niño/a desahuciado. Entiendo que mi cerebro encaja las piezas de forma organizada para que no me duela demasiado.

Podría preguntarme al final, si no ha sido una experiencia inmersiva. Pero si, si lo ha sido. Existieron las emociones al jugar, tocar sus manos marrón oscuro, sus texturas, dormir a Sofí, Numicon, los bailes, las comidas, los olores… si, ha sido inmersiva.

Parece que acostumbrarse a la pobreza te hace desconectar de tus prejuicios y esquemas y estar disponible a lo que sucede delante de nuestros corazones.

Estar en una gran ciudad con atisbos culturales familiares ha bajado la intensidad de lo vivido estos últimos cinco días. Estamos teniendo nuestra propia cámara de descompresión: ¡Subimos a la superficie!

Hemos sido testigos…

Hemos sido testigos del amor que estos pueblos tienen a Pedro. Donde va bromea y conecta, sin duda es un sacerdote extraordinario.

Hemos sido testigos de la eficacia de Franky, mano derecha de Pedro. Hombre bueno y servicial, buscavidas, eficaz y con un gran sentido del humor.

Hemos sido testigos de una familia, Theophil y Anna, que nos acogieron en su casa y nos permitieron compartir y sentirnos cuidados al estilo africano. Participamos de sus vidas y compartimos conversaciones y trabajos. También compartimos con sus hijos Gastón, Faustino, Judit y Marcelina. Maravilloso la entrega de las nueras al trabajo familiar en agradecimiento a su acogida. (Revisar post anteriores)

Hemos sido testigos de un amor extremadamente generoso de nuestras compañeras de locura: Nuria y Ana. Material escolar, camisetas a equipos de fútbol, niños/as de barrio, niñas de la casa, bailes juegos y canciones en nuestras acciones en los poblados.

Hemos compartido charlas con mucha profundidad entre personas que éramos desconocidas y que ahora tenemos un rincón especial para ellas en nuestro corazón.

Nos hemos reído mucho, hemos sido libres, nos hemos mostrado como somos y hemos andado el camino de la mano. Es posible que en España no hubiéramos coincidido por lo distintos que somos pero la Vida nos trajo aquí y congeniamos.

Hemos sido testigos de nuestros cambios mentales al tener la cruda realidad de frente. Nos hemos apoyado en los momentos complicados y hemos preguntado todo, todo, todo… pobre Pedro.

Hemos sido testigos de un país fuerte que lucha por crecer y desarrollarse con muchas dificultades e injusticias. El capitalismo se instala también aquí y el pobre sigue siendo pobre.

Hemos sido testigos de la luz de esperanza que propone la Fundación Kokari. Somos testigos del trabajo realizado con los becados y cómo los principios de inmersión cultural evitarán crear estructuras que aumenten la basura estructural que tantas iniciativas solidarias dejan a medias. No estorbar a la gente de aquí es el objetivo, avanzar desde abajo y promocionar a los más necesitados a labrarse un futuro con retorno.

Hemos sido testigos de que esta luz Kokari es para todos, no importa religión ni sexo, solo importan las ganas de superarse y no tener un duro.

Por último, hemos sido reforzados en nuestro amor de pareja con charlas, miradas, apretones de manos, ternuras varias… juntos quisimos empezar el camino y justos seguimos, realizamos nuestro sueño en nuestro 25 aniversario de la boda. Eso merece todo. Gracias por estar. Como le dijo Frodo a Sam cuando creía que todo acababa: “Me hace feliz que estés aquí conmigo. Aquí al final de todas las cosas, Conchi”.

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