24/7 Ruta por Cotonou

Hoy ha tocado pasar el día en Cotonou, continuando algunos de los encargos para la Fundación Kokari.

Antes de eso, hemos ido a un lugar donde se ve el momento en el que Lago Nocué se une con el mar. Paisaje espectacular… si no fuera por la cantidad de chabolas que se ven en la otra orilla.
En el rompeolas, un pescador echando con sus propias manos la red, imposible de echar de esa majestuosa forma no siendo autóctono de aquí. Arrastre manual e individual. Toda una obra de arte… arte pobre.

Cómo Frank tiene todos los contactos del mundo, después nos ha llevado a una calle donde venden posiblemente los mejores cacahuetes y anacardos jamás pensados. Directamente del campesino a la vendedora que los tuesta con amor, amor por dar de comer a su familia. Un sabor inigualable en una calle lo menos parecida a una calle comercial por su aspecto y limpieza.

Después de esto, Pedro ha querido que conociéramos una parte importante de esta cultura: las mujeres que ahuman el pescado. Aquí nos ha costado un poco más. De hecho, Ana ha tenido que salirse por no soportar el olor. Bajo unos techos de chapa, distintos focos de mujeres hacen una especie de trabajo en cadena. Cogen el pescado que llegue en el día (normalmente sucedáneos de los normalmente conocidos en España), quitan las escamas (mucho más duras que en los otros pescados), los cortan con fuerza por ser muy duros y, por piezas, los van poniendo en una especie de malla de hierro duro redonda y grande. En la parte de fuera, otra mujer prepara los palos para la leña.
La mezcla del olor a pescado crudo, el ahumado, y todo debajo de la chapa, ha hecho que la experiencia fuera más dura para nuestras refinadas narices y estómagos del primer mundo. No hemos podido continuar porque hemos escuchado voces fuera y nos ha venido la preocupación por Ana, aunque realmente eran dos jóvenes de pelea. Uno le ha abierto la cabeza a otro de un cabezazo. Parece que pelea por alguna venta.

Y es que después nos hemos acercado al mercado más grande de todo Benín: el mercado de Cotonou. El primer día en el centro comercial (lo más parecido a un Alcampo allí) nos parecía poder encontrar todo. Allí, en el mercado, puedes encontrarlo TODO. La gente tiene puestos o pasea con el puesto de venta encima. Cualquier cosa que le pueda permitir comer ese día es bienvenida. El calor, el olor de antes, el momento del cabezazo…. han hecho que el rato sea más agobiante. Y es que lo veníamos hablando. Aquí es mucho más difícil “venir de blanco bueno”. Aquí para ayudar tienes que comprar. Para comprar tienes que regatear. Para regatear tienes que saber. Para saber tienes que entender. Para entender tienes que conocer. Y para conocer…. llevamos ya 20 días y aún queda tanto por conocer…!

Y tras una ensalada por comida (para mi, Conchi) por no entrar mucho más, hemos descansado y hemos vuelto a ir a la playa.
El otro día Judith vio por primera vez el océano. Hoy ha dejado que sus pies se empaparan por las olas del Océano Atlántico. La experiencia de acompañarla ha sido muy bonita. Verla agarrar a Pedro Luís, por una parte, y a Faustino por otra ha sido muy bonito. Ha jugueteado, reído, salpicado, mojado y nosotras estábamos allí.. como si el estreno de una buena película estuviera llegando a nuestros ojos.

Y ya cansados por el día (aunque viendo a estas gentes no hemos hecho nada), nos hemos dado una ducha y hemos cenado en la habitación de Ana y Judith. Los momentos de comida siempre son propicios para hablar. Ha salido una charla en torno a experiencias personales, vocaciones, elecciones personales y de pareja…. La cena ha dado para mucho.

Y yo me pregunto… si en el primer mundo, o al menos en España, el momento de la comida es de Encuentro y compartir… estas gentes… en qué momento se encuentran y comparten?

Esa es la cuestión. Habrá que seguir conociendo…

Buenas noches.

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Un comentario

  1. Bueno parece que esto no termina, que miedo he pasado al veros con las serpientes en el cuello , hoy estáis teniendo muchas experiencias , con el pescado crudo , con los olores que por lo visto hasta tu compañera se tuvo que salir de no poder soportar el olor , la pelea y rajarle la cabeza es todo muy fuerte , menos mal que luego vino la Eucaristía, el labarse las manos para entrar (en no se donde) bueno un sin fin de experiencias que seguro que nunca olvidareis . No se si habrá mas comentarios, si es asi buenas noches hasta siempre un beso.

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